Pasión


Hay que jugar. Texto de José Tomás Cortés Díaz.

Hay que jugar. Jugar es bailar, es luchar, es pertenecer, es tejer, es integrar. Hay que jugar con amor, hay que jugar con paciencia, con honestidad, con disciplina, con dolor, se juega con la certeza que te da el riesgo. El juego se vuelve danza, bailoteo, espectáculo e interpretación, es un ballet donde todos los actores se mueven en un mismo espacio a incomparables ritmos bajo la escucha o ejecución de diferentes melodías.

Hay que jugar. Jugar con esperanza, jugar el juego con la etérea presencia de la incertidumbre, hay que jugar con el corazón, con moderación, jugar danzando, luchando, hay que jugar con solidaridad, hay que seguir jugando a pesar que el juego se torne difícil, hay que creer, hacer y ser, hay que jugar como si fuera el primer o el último juego, como si no existiera un mañana, hay que jugar con ahínco hasta entregar el ultimo respiro, la última gota de sudor.

Hay que jugar. Se juega en un mar de emociones, deseos y acciones fortuitas y repentinas, hay que jugar con ambición, con potencia, con rabia, se juega negando el sometimiento propio. Hay que jugar en la lógica del juego, hay que jugar con la claridad del concepto, jugar en el colectivo, en y para el equipo, hay que unirse a la jauría. Hay que bailar, luchar, pertenecer, tejer. Hay que jugar.

Hay que jugar. Jugar por el pasado, por el presente, jugar para la posteridad, para el recuerdo, hay que jugar por mí, por mis allegados, aunque ellos no lo sepan, hay que jugar por los que no juegan, por los niños y las niñas, por los ancianos y las ancianas, por los que ya no están, por la tribuna, hay que jugar a toda hora de todos los días de todas las semanas de todos los meses de todos los años, hay que jugar toda la vida. Hay que jugar con la ansiedad de no poder hacerlo nuevamente.

Hay que jugar. Jugar con alegría, con poder, con fluidez, hay que jugar con autonomía, con decisión, sin arrepentimiento, sin pena, hay que jugar soñando con la creatividad, hay que jugar con elegancia, con estética, con estilo, con sello propio, con gallardía. Hay que jugar sin certezas, con sospecha, hay que sentir esa danza, ese baile, esa lucha, ese combate que se evidencia a través de cada acción, de cada movimiento cargado de incertidumbre. ¡Bienvenida señora incertidumbre! sin usted, el juego, como en la vida, no tendría sentido.

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