Los Bares de Tango de Medellín


Poco a poco se mueren estos sitios de la canción ciudadana

Se están acabando los bares de tangos en Medellín, ¡¡qué lástima!!. Cuántos de nosotros nos hicimos hombres al son de la “canción ciudadana”. Se están acabando y no hay nada que se pueda hacer al respecto: somos la última generación tanguera. Mi hijo de 20 años, a fuerza de oírlos en casa, ha aprendido incluso a apreciarlos, pero eso no lo hace un un aficionado o un conocedor.

Porque el tango en sí, o su producción creativa más concretamente, acabó hace muchos años, el último gran cantor fue tal vez, Roberto Goyeneche, que tuvo su edad dorada en los años 50, lo que vino después es otra cosa, para un tanguero de toda la vida Susana Rinaldi o Astor Piazzolla pueden que sean buenos en lo que hacen, muy talentosos y lo que ud quiera, pero eso no es tango, es una música moderna basada en el tango, o con ritmo de tango incluso, pero no es tango, se aceptan opiniones, pero yo hablo en nombre de la vieja guardia, es lo mismo que pasó con la salsa: salsa, salsa se grabó hasta los años 80´s, después se ha grabado montones de canciones con ritmo caribeño, pero no más salsa.

Jamás hubo una rocola de un bar tradicional de tangos, una canción que hubiese sido grabada después de 1960, creo. Ahora que lo pienso también eran escasas las grabaciones de Gardel, lo cual es extraño siendo lo que es para los argentinos que hoy, casi 80 años después de su muerte, cuando quieren ponderar la excelencia de alguien, o de sus actos, le dicen “sos Gardel”, tan extraña y escasa presencia no puede ser atribuida a que Gardel fuera muy refinado, que no lo era, porque incluso incursionó en el tango arrabalero, en el lunfardo, como en “Melodía de Arrabal”, que dice maravillosamente:

            “Barrio plateado por la luna

           rumores de milonga es toda tu fortuna,

           hay un fuelle que rezonga en la cortada

           mistonga,

           mientras que una pebeta, linda como una

           flor,

           espera coqueta, bajo la quieta luz de un farol.”

No. Tal vez haya sido por antiguo, porque sus grabaciones más conocidas son acompañamiento de guitarra, y el disfrute del tango está asociado al alto volumen del sonido y a las orquestas típicas, las grandes, de 4 a 6 bandoneones, violines y piano, las de D’Arienzo, Canaro, Biagi.

Los personajes

Al café confluía gran variedad de especímenes humanos: estaba el muchacho serio, solitario, que se sentaba con su cerveza a escuchar un tango tras otro, mientras veía pasar las horas y analizaba el resto del personal, estaba el grupo de obreros ruidosos que, casi siempre los viernes, de entrada pedían una botella de aguardiente y en medio de carcajadas y palabrotas, llenaban el negocio con sus presencia abrumadora, estaba el tanguero experto que se pasaba la mitad del tiempo parado al pie del traganíqueles que aquí llamábamos piano, seleccionando “lo mejor del repertorio”, y la otra mitad en su mesa cantando a voz en cuello lo solicitado o escuchándolo con tal concentración, estaba el despechado que ahogaba en alcohol su pena, aunque eso de ahogar es muy discutible, porque tratar de hacerlo escuchando canciones de cuernos y traiciones, es como apagar el fuego con gasolina.

            “Mientras tanto, que tus triunfos, pobres triunfos pasajeros

            sean una larga fila de riquezas y placer;

            que el bacán que te acamala tenga pesos  duraderos,

            que te abrás de las paradas con cafishos milongueros

            y que digan los muchachos: Es una buena mujer.   

Y mañana, cuando seas decolado mueble viejo

            y no tengas esperanzas en tu pobre corazón,

            si precisás una ayuda, si te hace falta un consejo,

            acordate de este amigo que ha de jugarse el pellejo

            pa’ ayudarte en lo que pueda cuando llegue la ocasión.”

Las escuelas

No hay que confundirse, la fauna tanguera es variada y rica, hay inclusive sectores excluyentes entre si, como los autodenominados “de la vieja guardia” que exhiben cierta exquisitez que desprecia olímpicamente a los aficionados  a los cantores y las canciones más populares, una vez en el Faraón (ese era el extraño nombre que tenía un bar de tangos en Itagüí, que fue un hito para toda una generación), un señor mucho mayor que nosotros, después de un rato escuchando lo que poníamos y cantábamos, se nos acerco diciendo: “quien supiera y gustara de “En el cielo” era de la vieja guardia”, fue uno de los mejores elogios que me han hecho.

            “Allá en el cielo.

            frente a Dios, Eternamente

volveremos a encontrarnos

para nunca separarnos más”

Alonso Restrepo, un amigo mío, descartaba de sus afectos a Óscar Larroca y sus canciones porque, decía: “Volvamos a empezar” es el tango que le gusta a todas las viejas”.

            “Hoy vuelvo por ti otra vez a tu lado,

            feliz como nunca, con ansias de hogar,

            los chicos ya saben que es lo que pasado

            y ahora hay un padre que pueden mostrar”

Mi escuela, si me lo permiten, es la arrabalera, el tango bravo rico en lunfardo, su máxima expresión, Alberto Echagüe, Ángel Vargas, Alberto Castillo, quienes tienen en común lo que un crítico llamó su estilo canyengue, hermosa palabra del lunfardo que significa justamente, arrabalero en este contexto.

            “Sola, fané, descangayada,

la vi esta madrugada

salir de un cabaret,

flaca, dos cuartas de cogote

y una pecha en escote

bajo la nuez,

checa, vestida de pebeta,

teñida coqueteando

su desnudez…

parecía un gallo desplumado

mostrando al compadrear

el cuerpo picoteao…

Yo que sé cuando no aguanto más

al verla, así , rajé,

pa’ no llorar.”

Las horas

En el café, temprano en la tarde hay pocos parroquianos, las conversaciones son calmas, cotidianas y en tono bajo, el ambiente es sosegado, a lo que contribuye el volumen bajo del piano, se pasa el tiempo escuchando la música y viendo pasar muchachas bonitas por la puerta del negocio, cuando llueve hay una sensación de hogar, de intimidad, de cobijo.

Entra la noche, y con la llegada de los nuevos clientes con fines más parranderos, empieza a crecer el bullicio, lo que hace necesario que se aumente el volumen de la música, que a su vez obliga a hablar en un tono más alto para hacerse escuchar, y así sucesivamente.

En la hora pico, eso es un completo barullo, ahora hay muchas cosas que contribuyen a incrementar esa sensación: entran y salen vendedores de lotería, cigarrillos, confites, rosas, chance, frituras y todo lo que la cultura del rebusque, la miseria generalizada y el ingenio popular hayan presentado como una opción para buscar el sustento, mendigos, lustrabotas, rateros mal disimulados, usuarios del baño público, putas callejeras y toda la fauna nocturna de los sectores populares.

Tarde en la noche vuelve la calma, es el mejor momento ahora cuando el licor ha hecho lo suyo, la música, la conversación, las caras son más amables, es como las horas frescas de la tarde en los días cálidos, o el alivio cuando pasa un dolor persistente, o la reconciliación de dos amantes, vuelve la sensación de intimidad, la música se siente, más que oírse, las conversaciones triviales de la tarde o encendidas de la hora del barullo, dan paso al intercambio de de opiniones, de sensaciones, de sentimientos, ya no se ven caras extrañas sino historias posibles, las barreras entre desconocidos caen con mayor facilidad.

No falta el malandro que a estas alturas entra en acción aprovechando que las guardias están bajas, pero ese es el riesgo que hay que correr, nada es perfecto.

Glosario

Milonga: Cabaret, baile, festín

Fuelle: Bandoneón

Cortada: Calle

Mistongo: Humilde, insignificante

Pebeta: Muchacha

Bacán: Individuo adinerado o que aparenta serlo, acaudalado, pudiente

Acamalar: Sostener a una mujer

Abrirse: Retirarse de una reunión, desviarse, hacerse a un lado

Parada: Simulación, ostentación, jactancia, petulancia, vanidad, exhibicionismo, fanfarronería

Cafisho-cafiolo: Rufián, proxeneta, explotador de mujeres.

Milonguero: Chismoso, embustero, intrigante

Descolar: Desarmar, estropear, deteriorar, romper

Fané: Arruinado, avejentado, marchito, desgastado, deteriorado, venido a menos

Descangayar: Descomponer, mal herir, averiar, deteriorar, estropear

Compadrear: Fanfarronear, hacer ostentación de riquezas, buenas relaciones, etc

Rajar: Correr, escapar, fugar, huir

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