El Maestro itagüiseño Alberto Vélez se fue con su obra a la eternidad


El artista itagüiseño se fue la tarde del domingo 27 de mayo, al fondo de su imagen se aprecia una de sus obras "Agua y Oxígeno para el Planeta"

Alberto Vélez Álvarez. Un adalid entre tinieblas.

Nació en Itagüí el 19 de febrero de1954, el pasado domingo 27 de mayo se nos adelantó en el camino a la eternidad. Inquieto siempre por la fraternidad y la ontología, ambos aspectos no sólo desde un ámbito humanista, sino desde una mayor envergadura; una que relaciona al ser fraternalmente con su entorno. Vélez Álvarez quien siempre blandió un férreo espíritu de tierna rebeldía en denuncia contra la corrupción y la injusticia social; no fue un simple constructor de conceptos o bellos adornos pictóricos.

Jamás declinó su dignidad, ni se amparó en mecenazgos, no alquiló ni por un segundo su conciencia social ni su profunda reflexión filosófica a postores políticos. Su obra comprometida con su fraternal cariño por la humanidad en plena relación con la naturaleza, pasó por ilustrar los procesos de producción panelera en nuestro municipio, alentando los procesos culturales y sociales de nuestra historia. Gestor, como ninguno del Octubre Cultural. Fiesta inigualada del pueblo itagüiseño.

Su proceso artístico recorrió los caminos del saber local, buscando las relaciones del ser con su entorno natural y su entrañable relación con las diferencias sociales, la injusticia, la pobreza, la mentira y el desdén por lo público que siempre estuvo enquistado en Itagüí. Desde allí pudo ir elevando su mirada hasta abrigar a la humanidad y advertir el cataclismo al que se aproxima la humanidad. Su colección de obras llegó a la cúspide al abrazar su obra “Agua y Oxígeno para el planeta”

Fue formado en Bellas Artes y participó en once exposiciones individuales entre 1981 y 2015 en Antioquia y España y seis exposiciones colectivas entre 1975 y 2014 en Colombia, Estados unidos y España. En su ocupación social fue desde maestro de artes plásticas para seres de todas las edades en su propio taller, hasta profesor de investigación artística para la creación desde el ser, trabajo que desempeñó en la Biblioteca Diego Echavarría Misas de Itagüí. Multitudes de seres fueron abrazados por su magisterio en las artes y no resulta extraño que entre sus alumnos se encuentren seres contemporáneos suyos, hasta adolescentes de hoy.

Nos ha legado, además de su gran obra pictórica, tres obras literarias escritas y publicadas: Ausencia y Juego de Palabras, obra poética publicada en 1987 y dos novelas: Lúcidos y Sin sentido, ambas publicadas en 2011.

Pintor, escritor, escultor e investigador hace 40 años, fue invitado a ponencias a nivel regional, nacional e internacional en temáticas del agua, el cambio climático y el calentamiento global. Profesor de filosofía del Arte y lectura del entorno a través del Sena y la biblioteca de Itagüí. Dejando entre sus estudiantes los lineamientos etnográficos para  abrazar el arte, la literatura y la política desde una nueva óptica, la de pensarse como planeta.

“Los que estamos en el acontecer mágico de la vida en este ahora, en este momento histórico, debemos definir con claridad si nos interesa o si nos importa que los que aún no han nacido tengan un lugar acogedor para la vida; o definir que en verdad no vale la pena luchar para que al hombre y la mujer venidera les dejemos un planeta más limpio del que nos tocó, o también podemos precisar que a los venideros les dejemos el caos o la derrota de venir a esta tierra arrasada por sus antepasados”.

"¿Qué responsabilidad tenemos con las futuras generaciones? o ¿acaso no tenemos ninguna…?”

(Vélez Álvarez, Alberto. LA SELVA HUMEDA Y EL CAMBIO CLIMATICO.  Fragmento de conferencia en la Universidad de Barcelona, congreso MEDAMERICA Europa y América latina ante los desafíos del nuevo siglo. Foro Internacional. 2007)

No es inocente que Alberto Vélez Álvarez hubiese decidido abandonarnos en el día y la hora que decidió hacerlo. A la hora en punto en el que se cerraban las mesas electorales inició su viaje en la barca de Caronte. Su novela Lucidos tal vez lo advertía. Una paradoja de la Lucidez que soñara Saramago, el sueño de la lucidez colectiva que aproximándose al abismo despierta. Aterrado del cataclismo que produce mayor ceguera a manera de bruma blanca. Alberto pintó su última obra plena de color, capas de colores vivos y lúcidos que su hija Erica le ayudara a concluir y que luego fueron tapados a manera de Pentimento por una bruma blanca, en la que sólo la barca de Caronte alcanza a observarse. Aquella obra magnánima puesta en manos de su propietaria Patricia Cañas el día antes de su muerte, y a la que llamó “Ceguera colectiva” tal vez nos cuente en un gran grito blanco que esa era su versión del ensayo sobre la Ceguera de Saramago. Que ese era su último grito a la humanidad que no quiere despertar. Que este mundo contra el que rompió sus alas lo había enfermado de muerte y de desamor. En sus manos posaba una esperanza espiritual, a su lado, su último libro de lectura: Homo Deux- Breve historia del Mañana del escritor e historiador israelí Yubal Noah Harari, guarda sus últimos vestigios de humanidad en color rojo.

Somos una generación apocalíptica que no alcanzó el sueño de humanidad, padecemos una terrible ceguera colectiva, con estamos con lo más perverso, nos bañamos de sangre para el baile de muerte del planeta entero y fuimos nosotros quienes matamos a Alberto. Bastaba un ápice de lucidez para convencerlo de quedarse a nuestro lado.

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