La bicicleta es mi novia, mi esposa, mi amante y mi amiga Cochise Rodríguez
Próximo a cumplir 74 años, el icono del ciclismo no pierde su buen humor en las entrevistas. Foto Archivo
Los conocedores del ciclismo deben saber que ese hombre, que lleva casco y uniforme, y monta en su bicicleta con la tranquilidad que da la experiencia, es uno de los deportistas que hoy siguen siendo referentes, un nombre infaltable cuando de ciclismo se habla.
Martín Emilio lo llamaron sus padres, “Cochise” fue el apodo que él escogió y como fue conocido en el país y en el mundo.
“Tarararátarán”, son las palabras que emplea con jocosidad antes de comenzar a devolverse en el tiempo, ese que en repetidas ocasiones parece añorar y que le permitieron ser el deportista del siglo XX de nuestro país, Colombia.
Al deporte llegó por necesidad. Al ciclismo tal vez por la casualidad que conllevaba esa necesidad, o porque como dicen coloquialmente, “lo que es pa’ uno, es pa’ uno”. A causa de la muerte de su padre y en vista de la difícil situación económica pues eran seis hermanos, ahora a cargo solo de su madre; Martín Emilio “Cochise” Rodríguez empezó a trabajar en una farmacia como mensajero.
Una de sus hermanas le prestó el dinero para comprar una bicicleta que le permitiera ejercer su oficio, luego, con este mismo, ahorró y compró una cicla mejor, “era de turismo, sin cambios”, la describe, “y fue con esa que empecé a correr”.
Enrique Ríos es uno de los primeros nombres que aparece entre sus recuerdos. Él también trabajaba como mensajero; primero ayudó a Cochise para entrar a trabajar en la farmacia, luego lo instó a correr.
“Corrí la primer carrera a Barbosa y me fue más bien regular, quedé como de 15 entre 200 a la ida. A la venida me encalambré y dije ¡ah no!, en esta cicla es bobada insistir”, fue así como en su trabajo le prestaron 70 pesos para comprar una mejor, y ahora combinaba la mensajería con las carreras cada ocho días. En una de esas, se ganó una cicla de semicarreras; al tiempo, una de carreras.
Lo que siguió, fueron triunfos, fruto de su sacrificio y talento. Con la precariedad de ese entonces, que dista de las condiciones y beneficios con que cuentan los ciclistas de hoy en día, Cochise logró hacer historia en el deporte nacional y dejar su nombre como un legado indeleble.
Campeón de la Vuelta a Colombia (1963, 1964, 1966 y 1967), campeón del Clásico RCN. Campeón del Mundo en 4000 metros persecución individual (1971); campeón suramericano, panamericano, bolivariano y centroamericano; récord mundial de La Hora para aficionados en México (1970) son algunos de los logros, conocidos por muchos, que alberga en su “curriculum vitae”, y que a sus 73 años recuerda con la lucidez que da el orgullo y la pasión.
¿Qué le quedó faltando?
“Una medalla en Olímpicos. Yo me estaba preparando para ir a la olimpiada en Münich, en el 72. A finales del 71 me invitaron para ver al danés Ole Ritter el récord de la hora; yo lo acompañé, me puse una camiseta y nos tomaron fotos. Fue por eso, solo por eso, que un ciclista barranquillero argumentó que yo era profesional, y como en ese tiempo no había profesionalismo para nosotros, que me catalogaran así me privó de ir a las Olimpiadas y de una posible medalla para el país”.
A raíz de esto, quizá uno de los grandes sinsabores de su carrera, fue que Cochise sería reconocido por su célebre frase: “En Colombia se muere más gente de envidia que de cáncer”. Al ser declarado profesional, Martín Emilio tuvo que irse para Italia. Su entrenador, Claudio Costa, le hizo el contacto. Él asegura, que ya en sus 30 años, fue recibido más por su carta de presentación, pues ya estaba “viejo”, sin embargo, logró ganar dos etapas del Giro de Italia.
¿Qué fue lo más difícil en su carrera?
“Subir, yo no era buen trepador, era más bien pasista. Por eso me iba con el ñato para San Jerónimo y empezábamos a arrancones, en ese tiempo no había tanta milonga como ahora, que la cinta para las pulsaciones, que el gel, no, eso era el que subiera y el que más aguantara. Pura carretera destapada, nos pinchábamos todo el tiempo”.
¿El mejor ciclista?
“Eddy Merckx, el belga”.
¿Qué tenía Eddy Merckx que no tuviera Cochise?
“El equipo, la experiencia de ser ganador del Giro de Italia y del Tour de Francia, ganó cinco veces cada uno. Él me dijo que por qué no me fui antes para Italia, pero bueno, así fueron las cosas”.
¿Cómo era su rutina en ese entonces?
“Los entrenamientos, claro está, y una alimentación muy colombiana. Agua panela venteada y gaseosa. Frutas, bocadillo, sánduche con jamón y queso. Todo era rudimentario, había gente que hospedaba a los ciclistas en sus casas, nos mataban la gallinita (…) Yo quiero mucho a la gente en Colombia por eso, esa amabilidad siempre, el servicio, la admiración”.
¿Qué es lo que más añora de esos tiempos?
“La popularidad, el cariño de la gente, aunque eso hoy todavía es así, en la calle me reconocen y nunca falta el cariño. La juventud, antes como era pintoso –ríe- las muchachas lo invitaban a uno que a bailar, que al helado; también era muy bailarín, me gustaba mucho, ya no, ni con la mujer, -vuelve a reír-.
A lo largo de la historia, es posible vislumbrar un Cochise amable, desinteresado, apasionado por el ciclismo, conocedor de su deporte; un Cochise charlatán, con buen sentido del humor y de recuerdos congelados en su memoria.
Un Cochise admirado y respetado, así como el indio, que llevaba ese nombre, de las etnias indígenas apache de Norteamérica (la razón de su apodo, que escogió él mismo) y que conoció en la película Flecha Rota. “Todos los soldados tenían que hablar con él, era el jefe, como tipo Tiro Fijo –ríe estrepitosamente- yo salí admirando a ese personaje y yo mismo me puse así”, confiesa.
¿Qué le hace falta al ciclismo nacional?
“Que la empresa privada se vuelva a vincular. Que los deportistas reciban mejores estímulos y garantías”.
¿Cómo es la vida de Cochise hoy?
“Trabajo con Coldeportes-Claro. Recibo una ayuda económica de Coldeportes que valoro mucho, pero sin duda falta, y no lo digo solo por mí. Los deportistas somos embajadores, vea un senador lo que gana y (…) Un deportista, que entrega toda su vida a representar de la mejor manera a su país, merece más. Voy a citas como estas (refiriéndose a la entrevista), -sonríe-. Y claro, monto en bicicleta todos los días, esa es mi EPS: Ejercicio para la Salud; ¡y se la recomiendo a todo el mundo!”.
¿Qué más le apasiona?
“El esquí, incluso tuve una lancha en El Peñol y me servía para mantenerme en forma, le enseñé a mi familia y amigos. También me gustó mucho la aviación, hasta hice un curso de piloto privado, por hobby”.
¿Música favorita?
“¡Toda!, me gusta mucho escuchar el reggaetón, esa del taxi, -¿Y la baila?-, pues más o menos –y vuelven las risotadas, inevitablemente contagiosas-. El tango, la salsa, los boleros; toda”.
¿Y la comida?
“De mar. También la bandeja paisa”.
¿El mejor lugar de Medellín?
“Mi casa. Y después de mi casa, el Juan Pablo II; ahí está la mejor ciclo ruta que tiene el país, -y agrega con especial énfasis-, ojalá vuelvan a poner el puente peatonal que había antes, porque la gente se está atravesando mucho y eso ha ocasionado accidentes”.
¿Quién es Cochise?
“Cochise es un deportista que se ha debido a la gente, al público, a los amigos. Un deportista que no ha tenido problemas con nadie, asequible a todo. Un trabajador incansable, que cuando hace algo lo hace bien. Una persona amable, sencilla, mamagallista; sincero, que dice las cosas que siente”.
¿Y la bicicleta?
-Sonríe, animado-. “La bicicleta es mi novia, mi esposa, mi amante y mi amiga”.
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Texto escrito por José Tomás Cortés Díaz
Por José Tomás Cortés Díaz.
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