Don Ramón Luis Suárez Gómez


Don Ramón con su compañera de toda la vida, doña Fabiola García Salazar. 

(Escrito tomado de el periódico El Visor y redactado por Gonzalo Mejía Córdoba en la edición número 108 de septiembre de 2014).

El día que por alguna razón entré a La Gurupa, esa Taberna-Bar que queda allá en la carrera 52 N° 74-68 en el barrio Santamaría de Itagüí, sin pensarlo me encontré con don Ramón Luis Suárez Gómez, cuya figura irradia optimismo hasta por los poros porque se arrogó para sí el derecho a madrugar. Un señor que lo que se diga de él es poco, porque encarna una época y una generación de hombres entre los que vale más los valores cívicos, las personas y la palabra que la plata. Tal como el Gamo que salta, no porque sea apasionado por la velocidad, sino por la alegría que siente al cambiar de ambiente en tramos cortos para perderle el miedo al error cuando le toque superar distancias, ha pasado la vida don Ramón Luis Suárez Gómez.

Hablamos largo rato y esto me dijo: “A los 18 años ya estaba en el Seminario Divino Salvador y me retiré porque esa no era mi vocación. Me fui para Granada, mi pueblo a terminar el bachillerato y lo logré”.

“Soy egresado del Instituto Marco Fidel Suárez, donde fui formado en educación.

Mis padres José Jesús Suárez Suárez y Rosa Emilia Gómez Giraldo, fueron campesinos pobres y como no tenían recursos económicos, por mis propios medios me dedique a buscar trabajo”.

“Me encontré entonces con don Luis Eduardo Hoyos y me ayudó en el municipio de de Valdivia en el Bajo Cauca antioqueño, para ejercer como maestro. Empecé en el año 1958. Ahí en Valdivia fui nombrado presidente del Centro de Estudios y duré cinco años. De ahí fui trasladado al municipio de Yarumal  en donde ejercí como director de la Escuela Monseñor Gallego y luego pasé como Director Técnico de la Escuela Epifanio Mejía por cinco años”.

“Luego pasé a dirigir las artesanías Gilberto Álzate Avendaño durante tres años. Siendo director de esas artesanías, por medio del decreto 0674 del 13 de mayo de 1976 de la Gobernación de Antioquia, fui condecorado con la medalla cívica Miguel Giraldo Saldarriaga por el doctor Gabriel Vallejo Ospina”.

“De ahí fui nombrado como supervisor docente de la Secretaría de Educación de Antioquia, asignado a la División de Educación Especial. Siendo supervisor docente recibí la medalla de oro Secretaría de Educación de Antioquia”.

“Por medio de la Resolución 632 de junio siete de 1990, la Honorable Asamblea  Departamental me hace reconocimiento y me rinde tributo de admiración “como ciudadano íntegro y por mi abnegada labor en el campo de la educación”.

“Además, el Gobierno Departamental por medio del decreto 0765 de mayo de 1962, fui condecorado con el escudo de oro, con motivo de mis quince años de servicio. De la supervisión, fui nombrado jefe de distrito educativo de Caucasia por veinte meses y luego fui trasladado al municipio de Itagüí, Distrito 04 de la zona Aburrá Sur en 1988, hasta el día 16 de mayo de 1990 año en el que me retiré y pasé a gozar de mi pensión”.

¿Valdivia, en general el Bajo Cauca e Itagüí, le han hecho algún reconocimiento?

“En este caso, permítame que use el silencio como una más de mis virtudes”.

¿Su mayor logro?  

“El mayor logro para mi, fue a ver si uno de los principales impulsadores de la escuela nueva en Antioquia”.

¿Y, a qué se refiere cuando habla de la escuela nueva?

“Era un programa con el que se capacitaba a los educadores en bibliotecas y fascículos que proporcionaba el ministerio de Educación Nacional, un solo educador podía trabajar con los cinco niveles al mismo tiempo (del primero al quinto de primaria)”.

“Otro logro importante, la organización de las primeras olimpiadas de las matemáticas en el año de 1998 en el municipio de Caucasia, que trascendieron a todo el Departamento hoy en manos del doctor Sergio Fajardo”.

¿Amarguras y Desengaños?

“No me quedan”.

¿Satisfacciones?

“Muchas, entre ellas sobresalen dos: Los educandos que formé, nunca los olvido. Y los cincuenta y cinco años de casado con mi esposa Fabiola García Salazar, mis hijos de los que me quedan cinco vivos, mis nueve nietos, mi familia en general, y mi hasta hoy única bisnieta”.

En estas satisfacciones ve realizada su vida don Ramón. Se nota que en él, ellas colman su pasado, su presente y su futuro.

Por siempre permanecerá aferrado a ellas de las que nunca se alejará, incluso después de que llegue el momento de ascender hacía el universo de la eternidad, desde donde seguirá amándolas risueño y mirándolas sentado en una nube.  

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