El hombre de la Chica de La Boutique, partió a los 82 años


La noticia la dio a conocer su sobrina Mariela Espinoza en la mañana de este lunes. Su familia le hará en Buenos Aires una eucaristía en su nombre.

En la mañana de este lunes 16 de septiembre, se conoció la noticia del fallecimiento del cantante argentino Heleno, cuyo nombre de pila era Miguel Ángel Espinoza. El vocalista y baladista de los años 70’s, había nacido en diciembre de 1941 en la ciudad de Buenos Aires-Argentina y desde los 20 años empezó a incursionar en la música.

Su sobrina Mariela Espinoza, fue la que dio la noticia en las primeras horas de la mañana de este principio de semana.  Heleno no había vuelto a cantar desde que sufrió un Ataque CardioVascular en el 2012, en ese momento es internado en la clínica Delta, de Rosario. Acompañado por un pequeño grupo de amigos y de sus seres queridos, el artista logra sobreponerse casi milagrosamente. Pasa unos años recluido en su casa, donde sufrirá un nuevo ACV, en plena pandemia de Covid 19.

¿Quién era Heleno?

La historia de Heleno, el creador de La chica de la boutique, y cantante pelado antes que Luca Prodan y el Indio Solari.  Heleno le debe su nombre artístico a un representante de su sello discográfico, fanático de la mitología griega.

Inspirado en la imagen de Yul Brynner, un famosísimo actor de Hollywood, se impuso con una canción sencilla e inolvidable, “La Chica de la boutique”. Cariñosamente apodado "la rodilla que canta", giró por el mundo y compuso muchos otros temas, aunque ninguno con el impacto del primero.

Si en una reunión donde hay varias personas alguien suelta el nombre de Heleno, todos dirán que lo conocen. Y seguro habrá quien inmediatamente se ponga a cantar una estrofa de La chica de la boutique, su canción más popular. Sin embargo, es muy poco probable que los conocimientos acerca de su persona vayan mucho más allá de eso.

Heleno ha sido hasta hoy, dentro del panteón de los cantantes de baladas románticas argentinas, casi un misterio. Elevado a la bien merecida categoría de cantante de culto, Miguel Ángel Espinosa (tal su verdadero nombre) se crio como un pibe de barrio en tierras limítrofes entre Floresta y Villa Luro. Había nacido en el mes de diciembre de 1941 y desde niño le atraía mucho el fútbol. Dicen incluso que la movía bastante bien en los potreros de la zona y que tenía olfato de gol.

Pero un día se cruzó en su vida una guitarra. Y una melodía del cantante estadounidense Ricky Nelson. Y todo se fue por el retrete, pelota de cuero incluida. Miguel quería cantar.

De esa manera, a sus frescos 15 años fue a parar a un grupo de rock and roll que se había armado en el barrio. Estos adolescentes caraduras que aporreaban sus instrumentos se hacían llamar Los Baby Rockers, y el debut no podía haber sido más próspero: un show para los vecinos en el Club Terremoto de Villa Luro.

Los Baby Rockers, forjados en el fuego sagrado de Bill Haley y de Elvis Presley, dos figuras estelares del rock and roll norteamericano de fines de los años '50, eran un quinteto que tanto encaraban temas de Presley como alguna melodía empalagosa de Pat Boone. Pero claro, la voz perfecta para las baladas románticas era la de Miguel. Tanto lo aplaudían cuando él agarraba el micrófono que un día, animado por amigos y familia, decidió probarse como solista.

Heleno impactó en los '70 con una voz ideal para la canción romántica y un súper hit, "La chica de la boutique".

Cuando ser menor era un inconveniente

El problema era su cédula de identidad. Para cantar en locales nocturnos, el pibe Miguel tenía que mentir la edad, no había otra forma. Pero él no se desanimaba ni perdía el tiempo. Antes de cumplir los 20 ya tenía acumuladas una buena cantidad de canciones propias y estaba dispuesto a hacerlas oír.

Clubes populosos de aquellos años, como el Brisas del Sud, de Parque Avellaneda o José Hernández de Mataderos lo vieron trajinar ofreciendo su música sin demasiada ventura y bajo el poco feliz nombre de Darío Coty.

Algo le faltaba al joven baladista. Y eso era un golpe de suerte. Pero en cambio le sobraba voluntad. Casi diez años tuvieron que pasar hasta que una noche La Fortuna le otorgó una cita. Cantando solito con su guitarra en una whiskería del centro acertaron a escucharlo unos periodistas que de casualidad habían recalado en el lugar.

Entre ellos estaba Leo Vanés, un famoso cronista de espectáculos y chimentos con ciertas conexiones con las casas discográficas.

Los periodistas quedaron encantados con la voz y las canciones de Espinosa/Coty. Y se ofrecieron a concertarle una entrevista con un directivo de la compañía RCA. Misma discográfica donde por entonces grababan sus discos artistas como Palito Ortega, Donald, el dúo Bárbara y Dick o Los Iracundos.

Heleno y la tapa de su disco simple (así se les decía entonces): "La chica de la boutique".

En aquella época el responsable de artistas y repertorio (conocido como A&R) de cualquier compañía solía arrogarse el derecho a reformar y hasta transformar a los artistas noveles, en esa gran fábrica de ídolos que era la industria de la música en las décadas del '60 y '70. Esto podía incluir no solamente cambios en el tipo de repertorio a grabar sino además modificar a gusto la imagen personal y hasta el nombre artístico del susodicho.

De esa manera, Miguel Ángel Espinosa abandonó a Darío Coty y pasó a ser Heleno. Así, de la noche a la mañana. ¿Pero por qué Heleno?

Nombre griego y look pelado

Bueno, al parecer el director artístico de la discográfica era un gran admirador de la cultura griega. Y de los mitos. Y en uno de ellos se hablaba de Héleno (así, con acento en la e), un príncipe troyano hijo del rey Príamo y de la reina Hécuba. Pero además del nombre de fantasía, el artista debía llamar la atención con algo más.

Y aquí es donde entra el famoso asunto del pelo. O a decir verdad, de la falta de él. Hollywood había puesto de moda desde unos años antes a un actor ruso que había trabajado como acróbata en su Rusia natal, antes de escapar con su madre hacia China.

Yulli Borisovich Briner llegó a Nueva York en 1940, cambió su nombre por el de Yul Brynner y se hizo famoso rodando películas de acción. Una de ellas, Los siete magníficos (1960), le consiguió fama mundial. Las mujeres suspiraban por él, que desafiaba absolutamente el arquetipo de actor americano en base a una mirada incisiva y una calvicie absoluta.

Listo, ya estaba armado el personaje. Y así salió Heleno al ruedo, en 1971, con su calva reluciente y un disco simple (sencillo o single, se les dice también) donde en la cara A figuraba lo que sería a partir de ahí y hasta hoy mismo su éxito más rotundo y permanente: La chica de la boutique.

No se sabe a ciencia cierta qué fue lo que produjo semejante hit, tamaña respuesta del público. Si la música, la letra simple de amor o la personalidad atrayente y distinta de Heleno. Pero en los primeros dos meses de publicado el disco vendió 400.000 copias solamente en Argentina.

Un hombre que da confianza

Ahora desmenucemos un poco al fenómeno Heleno, siempre de la mano de su mega hit.

Para comenzar tenemos a un artista de aspecto muy viril. A diferencia por ejemplo de un Sandro, cuyos movimientos pélvicos en algún momento le valieron la pulla y el mote de afeminado por parte de algunos envidiosos caballeros, a Heleno era difícil colgarle ese cartel. Y ni hablar de la seriedad. Para sacarle una sonrisa había que hacerle cosquillas un rato largo. Poco sonriente el hombre.

Esa calva y su mirada penetrante contrastaban de alguna manera con la modalidad suave de su canto. Dueño de una voz que en cierta forma lo emparentaba al santiagueño Leo Dan en su mejor momento, Heleno se mostraba simple, sencillo, pero conocedor de los artilugios más sutiles con los que conquistar a una dama. Como que a las chicas les inspiraba confianza.

“Iba yo paseando, vidrieras mirando, y mientras soñando cuando te vi…”.

O sea, el tipo no la iba de ganador ni de canchero. Andaba paseando por la calle, pongamos la Avenida Santa Fe, que estaba muy de moda en los '70 con sus desfiles del Día de Primavera. Iba mirando vidrieras. Posiblemente de casas de ropa, donde las vendedoras solían (suelen) ser chicas atractivas. Y divagando (soñando). De repente se para en uno de esos escaparates y... ¡zas! Encuentra al amor de su vida.

Entonces le tira un piropo a la vendedora de la boutique (en ese tiempo no se llamaban casas de ropa) como para llevársela al altar de manera instantánea:

“Te miré a los ojos, te dije sonriendo, ¡qué chica más linda que venden aquí!”. Ya está, ¿qué más? Bueno si...” Me preguntaste ¿qué va a llevar? Te dije: nada. Yo solo quiero mirarla a usted sin molestarla. Mas si pudiera intentaría a usted comprarla (obsérvese que el trato de usted es muy de Leo Dan), no con dinero sí con cariño y nunca dejarla.

Acto seguido dice que “Ese fue el comienzo de un tiempo tan lindo, recorriendo calles me acuerdo de ti. Ese fue el comienzo de un tiempo tan lindo, yo nunca me olvido de aquella boutique”. Listo, a la bolsa.

Casi medio millón de ventas de una sola canción no es moco de pavo. En la RCA descorchaban champán. Pero Heleno, fiel a su sencillez y hasta con cierto dejo de timidez, no se sube al caballo. Le arman una primera gira nacional y es todo un éxito. En los carnavales de la ciudad el nombre de Heleno arde y es garantía de éxito inmediato.

El recambio generacional

Heleno aparece en una época de recambio en el gusto popular por la música moderna de corte comercial.

Heleno, en vivo. Con sus canciones giró por todo el mundo. Mientras tanto ídolos como Palito, Leonardo Favio, Sandro y Leo Dan comienzan a ser amenazados por un horizonte en el que asoman nuevas promesas. Jóvenes cantantes que aún no tienen 20 años de edad surgen desde programas televisivos orientados a un público bien adolescente: Raúl Padovani, Christian Andrade y Silvana Di Lorenzo (Música en Libertad, por Canal 9, entre 1970 y 1975). Rubén Matos, Juan y Juan, La Joven Guardia (Alta Tensión, Canal 13 entre 1971 y 1974).

Y mientras el rock nacional es rotulado como “música progresiva”, al pop, el beat y otras variantes le cuelgan el cartel de música comercial. Y ya ambas vertientes no se podrán mezclar como en la década anterior. En este contexto, la figura de Heleno viene a funcionar como el nuevo paradigma del cantor romántico. Y su popularidad comienza a crecer.

Sin embargo (siempre hay un pero), la competencia ahora es mucha. Cada discográfica tiene su propio plantel de nuevos valores, y a pesar de que Heleno se emplea a fondo para componer un tema tras otro, ninguno de los nuevos (Niña mujer, En un micro, No son palabritas) va a poder superar ni igualar a La chica de la boutique.

A pesar de ello sale de gira por toda América a caballo de esas canciones. Y logra resonancia en países como Chile, Perú, Colombia, Venezuela y México. Pero claro, para entonces él mismo ya tiene más de 30

A través de los años, Heleno obtuvo nueve Discos de Oro. Varias de sus canciones fueron grabadas en portugués, como para intentar la conquista del mercado brasileño, en francés y hasta en alemán. En 1973 visitó 13 países americanos, incluidos Brasil y los Estados Unidos, recibiendo el aplauso de los públicos más diversos, además de invitaciones para volver a presentarse en festivales y conciertos.

Pero en cada regreso a Buenos Aires el panorama es aún más incierto. Y a pesar de que se pasea como habitué entre los programas con más ratings de la televisión, eso no le alcanza para lograr repetir aquel score inicial. Su llama se va apagando lenta pero inexorablemente. Eso sí, La chica de la boutique quedará como el testimonio ineludible de una fama que hasta hoy se extiende en el tiempo.

Puede decirse que Heleno ha sido un One Hit Maker. Es decir, uno de esos artistas que, a pesar de tener muchos temas propios, ha basado su enorme popularidad en una sola canción.

Junto a un grupo de artistas que conocieron el amanecer de un éxito inesperado (y aquí hasta podríamos incluir a Cacho Castaña, que pudo cambiar a tiempo su dirección), este singular cantante probará a partir de los años '80 las amargas vides del olvido.

Heleno grabó sus canciones también en portugués, francés y alemán.

No por parte de sus muchísimos seguidores, que aún los tiene y tan fieles como al principio, sino de las radios de su propio país, que paulatinamente empiezan a dejar de pasar sus canciones.

Luego de un largo período de aislamiento donde nada se supo de él, Heleno hará todavía algunas apariciones esporádicas en programas bizarros de la televisión (Hechos y protagonistas, conducido por Anabela Ascar desde 2008 en Crónica TV; dos apariciones en el programa de Youtube Talentos musicales, en 2004) y se lo ve sonriente y en buena forma vocal, con un nuevo arreglo musical de su hit imbatible.

Cuentan que antes de comenzar cada uno de sus shows Heleno se tocaba la cabeza rapada, en una especie de rito donde la calva obraba como amuleto. Y que aquello le ganaba inmediatamente la simpatía hasta de públicos que lo veían por primera vez.

Así surgió en algún momento el apodo cariñoso de “La rodilla que canta”. Él simplemente apenas se sonreía, tomaba la guitarra y comenzaba a desgranar sus canciones con absoluta sencillez y humildad.

Pero en 2012 sufre un accidente cerebro vascular y es internado en la clínica Delta, de Rosario. Acompañado por un pequeño grupo de amigos y de sus seres queridos, el artista logra sobreponerse casi milagrosamente. Pasa unos años recluido en su casa, donde sufrirá un nuevo ACV, en plena pandemia de Covid 19.

En una primera versión de esta nota, se decía que Heleno había muerto el 7 de febrero de 2022, basado en lo publicado por AADI (la Asociación Argentina de Intérpretes de la Argentina), que había dado esa información en su boletín También, la misma noticia había sido confirmada por su sello discográfico que lo había buscado, sin suerte, para reeditar uno de sus discos.

Pero, afortunadamente, Heleno vivió. Estaba en su casa de su Ciudadela y su sobrina, Mariela Espinosa, mandó entonces una foto para desvirtuar la noticia.

Para quienes quieran recordarlo, o ir más allá en la apreciación de sus valores como compositor de simples melodías románticas, ahí están cinco discos publicados en la plataforma de Spotify. Incluido el que grabó en portugués, titulado Náo sáo só palavras lindas. Que, por supuesto incluye su hit, traducido como A menina da boutique.

Heleno será para muchos y eternamente el comienzo de un tiempo muy lindo. Y nunca nos olvidaremos de aquella, su chica de la boutique.

Textos tomados del periódico argentino Calrín

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