Estados Unidos supera a Bolivia y debuta con victoria en la Copa América 2024


Un portentoso gol del talentoso atacante del Milan encaminó una victoria poco problemática para el ‘Team USA’, superior de cabo a rabo. Tyler Adams jugó sólo los primeros 45 minutos.

Pasó un huracán por la seca y calcinante Arlington. Fue Christian Pulisic. El vendaval en un día sulfúrico. Estados Unidos demostró, en su re-estreno continental, fútbol, vigor, sobriedad, aunque no le sobró pegada. Algo tuvo que ver Ricardo Pepi en ello. Peccata minuta. Bolivia fue un lamento y la tarde, un paseo con público, más de 47,000 personas, para el USMNT. Que lo disfrute. El camino pinta menos bondadoso después.

Estados Unidos arrancó sin cadenas. En la primera ráfaga, ni siquiera tan furibunda, Bolivia dio la sensación de refugiarse en una casa de palillos. Y entonces, a la salida de un córner, Pulisic recogió la pelota en el vértice izquierdo y colgó la pelota, sin soplar con furia, en la escuadra más lejana, impulso inútil de Viscarra mediante. Si acaso, el insuficiente esmero hizo más estético el gol. Más rotundo, más inalcanzable. No pocos aficionados y periodistas recalaron sus asientos sin haber disfrutado la escena. Sin cadenas, decíamos. ‘La Verde’ ofrecía mínima resistencia amateur mientras el malogrado pase de Weah hacia Balogun volvió a sus pies; Viscarra, ahora sí, abortó con los pies una nueva granada, que ya llovían.

Zago estabilizó a la anémica verde con un ajuste táctico: su 5-3-2 inicial evolucionó a un 3-4-3 en ataque. Resuelto el asedio, sólo quedaba un problema: Turner apenas tocaba la pelota. El ‘Team USA’ se regodeó con la batuta de Adams, impoluto en su podium del centro de campo, hasta que Justiniano y Haquín llevaron por la fuerza a Reyna al césped. Mariani apercibió a ambos por el uso de métodos violentos para aparentar normalidad. Poco después, Adams, el mariscal, divisó a Weah a la orilla opuesta; el vástago durmió a la pelota en su botín derecho con un arte que envidiaría su padre, todo un Balón de Oro. Una pena que Haquín, con su barrida (in)oportuna, no contribuyera a embellecer la secuencia. Se había atascado un tanto el USMNT, quizá por auto-regulación, quizá por mérito ajeno, hasta que Pulisic dio con la tecla: recibir de frente tras el mediocampo. El bloque Haquín-Sagredo retrocedió como los cangrejos y Balogun envió un suave pase a la red ante el cataclismo altiplánico. ‘Dos-a-Cero’, replicaban las tribunas del AT&T Stadium. Algo suena familiar.

“Si llegamos 0-0 al medio tiempo, íbamos descorchando”, clamaban los periodistas bolivianos en el palco de prensa del AT&T Stadium. No cabían demasiadas esperanzas en ‘La Verde’, huelga decir. Zago aún intentó rescatar algo cuando insertó tres cambios para la segunda mitad: Cuellar, Terceros y Ramallo. Berhalter llamó a filas a Adams, cuya espalda aún no soporta el trajín de 90 minutos. Ni de 46. El problema para Bolivia es que el sustituto fue Yunus Musah. Más de lo mismo, pues. En tanto, Reyna habilitó a Weah, pero el disparo se marchó ancho; Balogun sólo golpeo con la suela el poste izquierdo de Viscarra. Poco después, McKennie tomó prestadas las habilidades escapatorias de Pulisic y junto zagueros bolivianos como canicas, Weah aprovechó la parcela libre y Balogun castigó a Viscarra a puerta abierta. El VAR apuntó que Weah se había desmarcado ilegalmente tras la maniobra de McKennie. El primer festejo boliviano de la tarde fue vía tecnológica.

Se le acumuló el trabajo a Viscarra: bombazo recto de Pulisic y rezos para que Pepi echará al bote el regalo de Robinson. Para entonces, Berhalter había hecho sonar la bocina para Reyna y Balogun; oportunidad para Cardoso y Pepi, cuya presentación en el partido no pudo ser más desafortunada. No dejó de percutir Estados Unidos, ahora con Pepi como único punta y Pulisic como pesadilla perpetua. El rutinario tiro de Terceros fue la segunda jugada que ‘La Verde’ concluyó con relativo éxito en toda la tarde. Viscarra, con las manos juntas, casi en plegaria, rechazó hacia el techo de su cabaña un tercer intento de Pepi, ya turbado con sólo 15 minutos en cancha.

No pasó mucho hasta el cuarto careo: Viscarra, ahora con su brazo izquierdo endilgado, lució providencial. Un portero de quilates en un equipo sin brillo. ¿Hay espacio para una más? Nueva triangulación sobre la frontal, desmarque ruptura de Robinson por izquierda y remate de Pepi en fusilata. El resultado no varió: Viscarra se ganó los dólares y algún que otro contrato lucrativo. Pepi se retirará con muchos deberes y algunas conmiseraciones. No así Berhalter, ni Pulisic, el huracán, el vendaval, el MVP de la tarde. El capitán, el líder.

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