¡Soñar!


Texto del profesor José Tomás Cortés Díaz. Imagen bajada de internet. 

¡Hay que soñar! Qué invitación tan hermosa... viene acompañada de ilusión y esperanza, hay que soñar, es gratis, como dicen por ahí; soñar alivia el alma y limpia el espíritu, hay que soñar, porque la ilusión y la utopía aún no están sometidas a ninguna legislación donde sea un derecho o una obligación, tampoco o al menos por ahora no requieren, y ojalá que nunca de un estándar que las califique. 

Krily, el chiquitico garetas, aquel que vivía en la cuadra fea del barrio viejo, sí, ese que queda por el sur. Krily un niño malicioso, el mago, decidido y poseedor de una gambeta que a todos desvestía sin quitarse la gorra, el mismo que soñaba con llegar muy alto en su carrera como futbolista; todos se maravillaban al verlo jugar, y todos igual que él confiaban que un día estaría jugando con la élite, porque ver jugar a ese "pelao" es cosa de locos, es otro nivel.  

Con Krily vuelven los relatos, “el sueño del pibe”, ese tango que describe aquellas historias de millones de niños y niñas que sueñan con probar en un grande, ser convocados a un club, ir a la selección, y al final firmar con el equipo de sus amores. Para Krily el sueño del pibe se convirtió primero en una obsesión y luego en una utopía, aparecieron los vendedores de humo con sus promesas vacías y augurios de tiempos mejores. Se vale soñar, y ¿quién no lo ha hecho? En algún momento imaginamos ser grandes estrellas y poder volar para buscar nuevos horizontes donde la vida vislumbra un futuro mejor, más rica y llena de oportunidades.

¿Qué pasa si el sueño no se cumple y la fama no llega? te doblegas o solo te levantas e intentas volar en otro campo de la vida; porque después de caer y entender que la utopía es la razón por la que se sigue caminando, solo queda continuar en pos de alcanzarla. Saber que después del fondo solo hay un camino, ¡hacia arriba! Hay que volver a intentarlo, hay que embriagarse de actitud y convicción para subir, volar a través de otro sueño, aunque no sea el deportivo, porque la vida es un recorrido, un trayecto que premia a los que insisten, a los que no se entregan, a los que luchan por superarse cada vez, ¡a los que sueñan! Pero también detiene y sumerge a los pasivos, a los conformistas, a los que no sueñan.

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