"Tengo la ayuda de un Dios que todo lo puede" Yuberjen


A los 29 años, para hacer más llevadera la cuarentena, este boxeador antioqueño se ha “refugiado” en su tierra natal para continuar con la preparación, rumbo a sus segundos Juegos Olímpicos. Yuberjen Herney Martínez Rivas, medallista de plata en el boxeo en Río de Janeiro 2016. Foto Rodrígo Mora-Indeportes

Al escucharlo hablar, es imposible no advertir sus férreas convicciones religiosas. Es muy probable que, en parte, la fe en Dios le haya ayudado para alcanzar muchos de los objetivos que se propuso en la vida. Casi siempre en sus respuestas, ratifica la presencia de un ser superior que lo cuida, guía y lo lleva por el camino correcto. Su figura es diminuta. No es del tipo de boxeador al que estamos acostumbrados. Generalmente, aquellos que nos muestran en las veladas boxísticas a través de la televisión, son grandes, corpulentos, se muestran agresivos y ganan mucho dinero. En suma, son profesionales que trabajan como boxeadores.

Yuberjen Herney Martínez Rivas nació el 1 de noviembre de 1991 en el municipio de Turbo. Esta es una de las 11 poblaciones ubicadas en la subregión de Urabá en el departamento de Antioquia. Esa parte del territorio antioqueño es la cuna de algunas de las más importantes figuras del deporte olímpico colombiano, entre ellas, la doble medallista de Juegos Olímpicos, Caterine Ibargüen Mena, quien nació en Apartadó, distante unos 15 minutos del municipio de Turbo.

El gran potencial deportivo que por tradición tiene la región de Urabá se hizo evidente en los puños de Yuberjen Martínez. De pequeño, su padre, pastor de la iglesia, no aceptaba que su hijo se dedicara a un deporte tan rudo y en el que, además, decía, se “agrede a las personas”. En medio de risas, el propio Yuberjen narra parte de esta historia: “la pasión por el boxeo nació en el colegio en el que estudiaba en el municipio de Arboletes. Allí conocí a un compañero que me ayudó a llegar a este deporte.

Para comenzar a entrenar tuve que convencer a mi papá. Me decía que se veía muy feo que el hijo de un pastor estuviera por ahí pegándole a otros y tirando puños. En principio, acaté el consejo. Sin embargo, seguí entrenando por los lados. Luego, lo enfrenté, hablé con él y me le metí por el tema de la biblia, recordándole el pasaje en el que el gran rey David, pastor de ovejas, ayudó a su pueblo y derrotó a Goliat en batalla”.

Así, el papá de Yuberjen, don Juan Everjo, no tuvo otra alternativa que permitir que su hijo se dedicara a los entrenamientos y, de a poco, a formarse como boxeador en los ciclos competitivos en los eventos que organiza Indeportes Antioquia en el departamento. “La primera pelea que yo gané fue por nocaut en el segundo asalto en unos juegos en el municipio de Caucasia. Desde ese momento, logré que mi familia se uniera en torno a este deporte. Lo primero que hice fue llamar a mi papá. Le dije que había perdido. Mentiras. Muerto de la risa le conté, ahí mismo que yo había ganado. Lo que me respondió fue que Dios siempre escucha nuestras oraciones”.

Gracias a su particular estilo de combate y a que de niño siempre fue muy inquieto, a Yuberjen se le conoce como “el tremendo”. Este remoquete evidencia mucho de lo que es su comportamiento en el cuadrilátero. Cuando va por las calles, rumbo a sus entrenamientos, algunas personas lo saludan llamándolo por su apodo. Otras, en medio de abrazos y de apretones de mano, le preguntan por el curioso origen de su nombre de pila: “antes de que yo naciera, mi papá hizo ayuno y oración por unos quince días con la idea de que Dios le diera un hijo varón. Resulta que una vez a él lo confundieron y lo iban a matar porque había otro señor que también se llamaba Juan. Entonces, en ese momento, decidió que le iba aponer al niño un nombre único para que nadie lo confundiera. De ahí salió el genuino e irrepetible nombre de Yuberjen”.

Con lo realizado en Río de Janeiro 2016, medalla de plata en los 49 kilogramos (minimosca), Yuberjen Martínez se erigió como el pegador más importante de la historia del boxeo olímpico colombiano, luego de que Alfonso Pérez y Clemente Rojas en Munich 1972, junto con Jorge Eliécer Julio Rocha en Seúl 1988, obtuvieran tres medallas de bronce. Este sitial histórico en el olimpismo de nuestro país, es un aliciente muy retador para “el tremendo” Martínez: “el deporte me ha cambiado la vida. Gracias a él, me convertí en un referente para muchos jóvenes. Igualmente, me ayudó a formarme como persona, como deportista, compañero y amigo”.

Este rápido y exitoso crecimiento en lo deportivo y en lo personal, tiene una historia de muchos sacrificios que le han servido para convertirse en lo que es hoy en día: “cuando pelao, me tocó trabajar en una finca, tirando machete y desojando plátano y banano. Trabajé desde muy pequeño. Fui artesano y hasta mecánico. Como le decía a mi mamá, Neila María, yo estoy viviendo mi infancia es ahora. Me siento muy orgulloso de lo que soy y de representar a mi país. Las ganas de triunfar y de salir adelante me llevaron a ganar la medalla de plata en Río. Yo sé quién soy. Hoy en día, tengo a un Dios que todo lo puede y una columna de oración que siempre está pendiente de mí”.

A los 29 años y siempre apoyado en la fe y en su familia, Yuberjen Herney Martínez Rivas pasa estos días de cuarentena en Chigorodó, otro de los municipios de Urabá. Las actividades se concentran en los entrenamientos diarios, el mantenimiento de la técnica, el cuidado de su familia y de su pequeño hijo y en un enfoque deportivo claro y detallado a 400 días de Tokio 2021.

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