El Caserón


El Caserón, poema que evoca la casa paterna donde vivió en el barrio San Francisco de Itagüí por 59 años el maestro Ernesto García Mejía, dice el escritor: "Este es el caserón por cuyo tejado los recuerdos pasan cada tarde en tropel, trayendo el aroma de palabras resistentes al olvido!!!"

EL CASERÓN
(Ernesto Garcia Mejia)

Ese caserón
permaneció escondido
porque el ruido del progreso
bombardeaba sus vértebras.

En sus paredes
los recuerdos hambrientos
devoran el miocardio
del cemento y de las despedidas.

Ese caserón
fue respetado por el viento
que al cruzar por sus pilares y corredores
se convertía en música.

Sus alcobas
quieren balbucear
para contar tristezas... tareas...
historias... cultura... peroratas.

Ese caserón 
tiene los ojos cansados
de tantas tardes vividas...

Cuando lo visito 
debo acercarme 
para que me reconozca.
Y entonces, muy cadencioso y lento,
en mis tímpanos 
me goterea sus cuitas.

Ese caserón
es un amasijo de gritos...
gorjeos de pájaros premonitorios...
aromas agonizantes
de anturios, aves del paraíso,
geranios, begonias.
Es una policromía decadente,
es un legado enmohecido 
de un arco iris antiguo.

Ese caserón 
es un león jubilado
que ruge lastimoso
cuando olfatea la piel
de viajeros conocidos.

Ese caserón
es el maderamen
de una raza acerada
donde aún pende
la voz lenta, cadenciosa y encantada
de una pitonisa de la palabra,
de una sirena 
de cantos pausados y definitivos... 
una diosa del encuentro
de la ternura con la enciclopedia,
de Pepa Mejía.

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